durante 10 meses.
Estuve en el Centro de Servicio para el Voluntariado en Chieti, aunque el nombre parece un poco raro se trata de un centro donde se gestiona todo lo relacionado con proyectos de asociaciones de voluntariado (creación, soporte…) y os puedo asegurar que es un lugar extraordinario, lejos de todo lo que yo conocía hasta el momento, sobretodo en el movimiento asociativo y de voluntariado en la que anteriormente era partícipe en mi pueblo. Por allí pasa un montón de gente, muy diferente y de diferentes asociaciones y eso me gustó mucho.
Como allí me presentan en muchas ocasiones, de Viveiro (mi pueblo), llegué con una maleta llena de NOES (esto no me gusta (sobre todo con la comida), yo esto u otro no lo hago…) que me imagino que era el miedo a salir de la zona de confort. Os aseguro que, en el momento que salgáis de ella, os conoceréis muchísimo más a vosotros mismos y vuestras capacidades, como me sucedió a mí y a la mayoría de personas que conocí durante el SVE. Saliendo de la zona de confort haréis cosas que en tu zona de confort no harías bien por miedo, vagancia, vergüenza o incluso porque no veías la posibilidad de realizarlas. ¿Por ejemplo? Subiros a un palco a hablar delante de un montón de gente cuando no dominas el idioma o dar charlas en institutos para promocionar el voluntariado si sois tan tímidos como lo era/soy yo. Ir a la televisión o simplemente entrevistar a la gente con el micrófono por la calle.
¿Porque digo entrevistar a la gente con el micrófono? Porque mi proyecto se basaba en dar promoción al voluntariado, bien haciendo videos para la WebTv del centro, yendo a la televisión, siendo los protagonistas de video tutoriales sobre videomaking… así que cámara chupamos bastante, tanta que acabamos haciendo nuestros propios videos de nuestras experiencias SVE.
Hacer un voluntariado europeo, para mí, fue una experiencia irrepetible (por supuesto yo repetiría, ¿?¿?¿?por qué no se puede¿?¿?¿?), cómoda, en el sentido que no es un salto al vacío, siempre tienes apoyo, tanto por parte de la asociación de envío (Paideia) como en la asociación de acogida, en mi caso CSV en Italia, gente que se preocupa que todo vaya bien o ayudarte en cualquier problema que pueda surgir (benditos tutores 🙂 ),o por ejemplo no tener que buscar alojamiento como en otros proyectos Erasmus, que era lo que más me preocupaba a mí.
He de decir que nunca me sentí parte de la ciudad, es realmente difícil cuando vas a un país extranjero (eso te ayuda a valorar más el esfuerzo que hacen los emigrantes en tu propio país), pero si encontré gente maravillosa. Viajé muchísimo, conocí un montón de gente de otros países (voluntarios como yo) que a su vez me hicieron conocer también muchísimas culturas diferentes.
No puedo negar a nadie, que también hay momentos difíciles, como la convivencia, las dificultades con el idioma, las diferencias culturales… ¡¡¡ y momentos de morriña siempre hay (breves y pasajeros, eso sí )!!! Pero como ya os he comentado todo es superable y eso se deja atrás quedando muy por encima las risas y los buenos momentos. En mi caso tantos que ya he ido dos veces a visitar la gran familia SVE, la última ¡hace un mes!
Abriros a nuevas experiencias, aprenderéis muchísimo de la vida, de vosotros mismos y encima volveréis, como en mi caso, con una maleta llena de SÍES (tan grande que no os dejarán llevarla en cabina 😉 ) y con un montón de amigos, experiencias, vivencias, historias que contar infinitas.
Arantxa.