Me acostumbré tan rápidamente a todo lo bueno (la comida, la gente, el verde, el océano, la movida etc…) que lo malo (viento, lluvia y haber salido de mi zona de confort) no me pareció tan malo. Compartí el piso con 3 chicas, voluntarios como yo, una chica italiana, una polaca y una portuguesa.
Conocí mucha gente, personas de todo el mundo, aprendí mucho, no solo idiomas y experiencias, sino también aprendí a conocerme más a fondo. Me enamoré de la sensación de libertad que probé al hablar con personas de otra nacionalidad con idiomas que no eran míos.
Mi proyecto tuvo lugar en un colegio, mi función era intentar de integrar chicos con discapacidad con el resto de la clase, un trabajo nada fácil, pero que sabe recompensarte emotivamente cuando logras en el intento.
Gianluca Mezzina.