Aventuras, desventuras, amistades, sonrisas, emociones (y un poco de lluvia jaja) han sido los ingredientes de mi aventura española.
Me llamo Clelia, ya ha pasado un año desde cuando se acabó mi voluntariado europeo y no pasa un día en que no tenga “morriña” :-).
Antes de marcharme a España mi vida en Italia parecía más o menos perfecta. Vivía en una preciosa ciudad del sur de Italia, trabajaba como orientadora laboral.. y me gustaba. De todas formas sentía que algo faltaba en mi vida. Siempre he tenido el sueño de vivir una experiencia en el extranjero y todavía no lo había realizado. Tenía 26 años y no podía más esperar. Descubrí el voluntariado europeo y pensé que había llegado mi momento. Me dije “Ahora o nunca”. Dejé todo y me fui hacia el norte de España.
He realizado mi proyecto en la “Fundación Paideia”, en el departamento de “Juventud y Movilidad”. Para mi era muy importante la tipología de proyecto y esto se encajaba perfectamente con mi perfil profesional y mis perspectivas laborales futuras: trabajar en los programas de movilidad juvenil.
Compartir con otros jóvenes mi experiencia, ayudarlos en la búsqueda de su propio proyecto para darles la posibilidad de vivir lo que yo misma estaba viviendo, me llenaba el corazón de felicidad.
El voluntariado europeo para mi tenía que ser una experiencia de vida y de desarrollo profesional y así fue. Y por eso tengo que agradecer mucho el equipo del departamento y de toda la fundación por haberme hecho sentir desde el principio incluida en su equipo de trabajo.
Pero el voluntariado europeo es mucho más que las actividades que caracterizan tu proyecto…
Es conocer gente de todo el mundo y crear con algunos de ellos conexiones de forma muy rápida, como si te conocieras desde hace muchos años. Conexiones que se convierten en relaciones que se demuestran ser más fuertes del tiempo y de la distancia.
Cuando llegué vivía sola y después de un año, para mi cumpleaños, había un piso lleno de gente. Los veía y me sentía afortunada.
El voluntariado europeo es tambien descubrir e integrarte en todo en una nueva cultura: como encontrarte un día en una foliada o en la televisión de Galicia, al programa Luar, con Gayoso, para bailar la muñera con el traje tipico gallego.
El voluntariado europeo es tener siempre lista una maleta. No importaba cuanto durase el viaje, si fuera en avión, en coche, tren, bus o barco.. siempre estaba lista para aprovechar de cada oportunidad y descubrir mi nuevo país.
Sin duda lo más difícil de esta aventura española ha sido el momento de la despedida: dejar A Coruña, mi nueva vida, mi rutina, decir hasta pronto a mis compañeros con quien habíamos todavía muchas cosas que hacer juntos.. esto ha sido lo único momento en que mi maleta no fuera lista para viajar.
Por cierto, lo más importante de esta experiencia ha sido poder reflexionar sobre quien soy, quien quiero ser y hacía donde direccionar mi vida.. y aunque el voluntariado europeo se haya acabado, mi maleta sigue siendo siempre lista para partir por una nueva aventura.
Clelia Larosa.