LOS TESTIMONIOS DE NUESTR@S VOLUNTARI@S

Tan solo te diré: ¡simplemente hazlo!

Hola amig@,

Mi nombre es Paula y en el mes de octubre terminé el servicio de voluntariado europeo que estuve haciendo en Eslovaquia durante un año.
¡Qué decir! Un encontronazo de emociones tanto antes como después de terminarlo. Aun así, tan solo te diré: ¡simplemente hazlo!

El hecho de buscar proyecto, hacer entrevistas y recibir el correo afirmando que te han elegido, o el hecho de no saber qué meter en la maleta, de decir adiós y de verte en un autobús a miles de Kilómetros de tu casa, simplemente por eso merece la pena.

Llegué a Eslovaquia en octubre del 2016 con dos maletas grandes, una mochila que apenas podía con su peso y sin saber decir ni una palabra en eslovaco pero ¿sabes qué? No importó, una compañera de la organización vino a buscarme a la estación y la bienvenida fue bastante acogedora.

Los primeros meses fueron una prueba de frío para mí y otra voluntaria de Francia, Pauline, la que ahora considero una buena amiga. Llegó Navidad y la emoción de volver a casa me invadían pero al terminar las fiestas quería volver a Eslovaquia y ¿sabes por qué? Porque la experiencia estaba mereciendo la pena.

Las actividades con la organización estaban cogiendo su forma y una ya sabía que tenía que hacer o como lo tenía que hacer porque una se va adaptando poco a poco, cada persona con su ritmo y eso no tiene que darte miedo, al contrario, es satisfactorio saber que puedes hacerlo.

Llegó Febrero y asistí al on arrival training, un seminario donde conocí a mis verdaderos amigos durante mi voluntariado, cinco días haciendo actividades con gente de otros países donde compartes e intercambias experiencias.

Pasó el frío y una se anima más a viajar, Austria, Polonia, Hungría, Alemania,… suma y sigue. Y cuando te das cuenta estás en la mitad de tu voluntariado y ya no estás tan perdida con el idioma, te has apuntado a clases de yoga en eslovaco y sales a tomar unas cervezas con tus amigos, es decir, encuentras tu rutina y tu vida en otro país, el país que te daba miedo al principio.

Durante el último mes, las ganas de volver a España y estar con los míos se mezclaban con la tristeza de decir adiós a otros voluntarios. Las ganas de volver a tus costumbres se mezclaban con las ganas de seguir viajando y aprender cosas nuevas. Encontronazo de emociones que merecen la pena tenerlas.

Regresé a España con una maleta cargada de amigos, viajes y una bonita experiencia.

Paula.

X